La encina es un ser autótrofo, por lo que se nutre mediante la realización de la fotosíntesis. Esta se produce en los cloroplastos de las células de sus hojas y se divide en fase luminosa y fase oscura.
En la fase luminosa, que se produce en los tilacoides del cloroplasto, se utiliza la energía lumínica para separar moléculas de H2O en O2 y H+ y, a continuación, los H+ pasan por las ATP sintasas para formar energía en forma de molécula de ATP y los electrones sobrantes del los H+ pasan por la cadena de e-, utilizándolos finalmente para formar energía en forma de molécula NADPH, utilizando también un H+.
En la fase oscura, la encina utiliza el ATP y el NADPH, junto al CO2 para producir finalmente glucosa que usará como fuente de energía. Para ello, se produce el ciclo de Calvin, que, mediante una serie de reacciones, fija el carbono del CO2 en una molécula denominada Rubisco, y se producen una serie de transformaciones en las que intervienen el ATP y el NADPH para finalmente formar glucosa y devolver la rubisco y devolver el ATP a ADP y el NADPH a NADP+.
Para una correcta nutrición también es importante la composición del suelo. Este no necesita una enorme cantidad de agua para crecer y, de hecho, no crecen en terrenos que puedan ser inundables. Esto permite verlas en zonas de secano, siempre que no nos encontremos ante suelos salinos o excesivamente arenosos.
Función de relación:
Las encinas se encuentran englobadas en el bosque esclerófilo, por lo que no es un ser aislado, sino que vive en un hábitat en el que se relacionan con otros animales y plantas. Este bosque se caracteriza por largos periodos de sequía y un régimen pluviométrico irregular y se sitúa en los pisos temoclimáticos termomediterraneos, mesomediterraneo y supramedierraneo Muchos seres viven de ellas y su fruto, la bellota, sirve de alimento a animales, como el conocido cerdo ibérico, y distintos insectos, como el Curculio Elephas, un coleóptero que crece dentro de ella como si fuese una agalla, que de hecho también las tiene, y emerge una vez esta en el suelo.
La encina sirve también de hogar a diferentes aves que anidan en sus ramas, entre las que se encuentran el cernícalo o varios tipos de palomas y tórtolas. Además, a sus pies podemos encontrar sus pies podemos encontrar matorrales como jaras y retamas, propios del bosque que habita.
Por otro lado, las encinas también se ven amenazadas por seres de su entorno que no quieren alimentarse de su fruto, sino de sus hojas. Para ello, ha desarrollado una defensa en sus hojas en forma de pequeñas espinas que podemos encontrar en todas las hojas de las encinas de menor tamaño y en las hojas inferiores de las encinas adultas y de mayor tamaño, ya que en las ramas superiores los animales no suponen tanta amenaza.
Sin embargo, esta no es la mayor amenaza de su entorno a la que se enfrenta la encina, ya que existe una plaga denominada la “seca” de la encina que ha acabado con numerosos ejemplares. Esta infección se produce por hongos del género Diplodia e Hypoxilum y hace que sus hojas amarilleen, se produzca la muerte de los tejidos cercanos al foco de la infección, aparezcan grietas en la madera y finalmente el árbol muera. La infección se produce por heridas, malas podas o la realización de las mismas con herramientas contaminadas con el hongo. Además, también puede originarse por la filtración de agua que transporta el hongo a través de los poros de la corteza.
Función de reproducción
Las encinas se reproducen mediante su fruto, denominado bellota. El proceso se inicia en sus flores, en la que se produce la polinización y fecundación. En las encinas, la polinización no depende de insectos como abejas, sino que es propiciada por la acción del viento. La forma alargada de sus flores facilita que así sea.Una vez se produce la fecundación, empieza el desarrollo de la bellota hasta que esta está madura. Una vez cae al suelo, esta puede germinar de manera natural cuando queda enterrada unos pocos centímetros o puede ser germinada en un semillero siempre que se transplante rápidamente, puesto que son plantas que no toleran demasiado los transplantes y sus raíces se dañan fácilmente.
Por Javier de Frutos Gómez
Muy interesante!
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